martes, 21 de junio de 2011

Eterna Inocencia

¿Quién me ha dejado aquí, solita? 
no sé a dónde ir. 
La estación está repleta... 
y el tren va a partir. 

Mamá, papá, 
¿Dónde están? 
la gente no me ve, 
y me empuja al pasar. 

¿No ven que estoy perdida? 
¿Acaso no ven que estoy sola y herida? 
El tren marchó, la gente también. 
Y yo sola quedé. 

Encontré un banco 
donde puedo sentarme y descansar. 
Pero la soledad me asusta, 
y cierro los ojos para no ver. 

Papá, ¿dónde estás? 
en tus hombros me quiero parar. 
Mamá, ¿a dónde vas? 
¿no ves que te quiero abrazar? 

Mis lágrimas gritan su deseo de esperanza, 
la oportunidad de encontrar, 
a mis padres buscándome 
para llevarme a mi hogar. 

Han pasado 10 años, 
ya soy toda una adolescente. 
Sobreviví de las sobras, 
del restorán de enfrente. 

Pero no se preocupen, 
me hice amigos. 
Aunque ahora sólo se interesan 
por mi cuerpo femenino. 

No me gusta mucho, 
pero dicen que no me va a pasar nada. 
Me hicieron sangrar, me preocupé. 
Pero fue sólo la primera vez. 

Si, me asusté, 
cuando mi vientre se agrandó. 
Pero un día de dolor... 
sangré mucho, y desapareció. 

Me angustié, y lloré, 
sin saber por qué. 
No quiero que me vuelva a pasar, 
sólo quiero estar bien. 

Ya tengo 40, 
y hace años aprendí a trabajar. 
Sorprendete, papá, 
ahora puedo alimentarme bien. 

Es un trabajo muy simple, 
me besan y me tocan. 
Me sorprende nada más... 
que sean hombres los que me hacen trabajar. 

Qué raro... las mujeres 
nunca me mimaron, 
tampoco me acariciaron. 
¿Acaso mamá nunca me mimó? 

Hoy tengo 70, 
y mi piel está enferma. 
Me duele el cuerpo 
y me cuesta caminar. 

Sigo en mi banco, sentadita. 
Prometí de niña no moverme de allí. 
Para el día en que regresen a mí, 
yo pueda con ustedes partir. 



                                                                                                                                                  2009